cosas que nunca te dije.

lunes, 6 de enero de 2014

Despierto a mitad del alba,
la ciudad sigue viva allá, la escucho,
soy ajena, extraña al deambular.
Es la cadencia la que no ha llegado,
Es tu mirada la que no encuentro.
Ya estás demasiado lejos,
ya estas en esa ciudad tan sonora,
cantos de pájaros desconocidos,
ritmos complejos que tu cantas,
lágrimas sucias a mitad de la noche,
ruidos sedientos,caricias cicatrizadas,
costras en todo el cuerpo,
ropa ajena que resguarda,
piel, la última protección,
protección tan escasa en esta ciudad tan humana.
Lo salvaje es noble, nosotros no.
Esa tierra destruida, tierra amiga,
nos tiene miedo por nuestra estupidez
no porque no pueda explicarse.
Estamos ciegos del poder de un árbol,
un árbol grande que resguarda,
de un animal tan valiente que está a nuestro lado,
de un pájaro libre.
Es la soledad que se desata.
Espera, ya no hay nada, un silencio se apodera
la sed regresa, el dolor diario de la madrugada,
la caricia tan ajena.

Lentamente

La vida abrupta llega,
tranquilos silencios se deslizan sobre la barda que separa tu casa de la mía,
silencios se agolpan en el espacio de tu boca a mi boca
silencios que ocupan espacios de esta cidade.
La vida pasa, eso sí, sin silencio,
un ruido sordo aparece y nos desaparece,
no somos nada,
ni la hoja que se quedará cuando yo me vaya,
ni la lluvia que se mantiene.
Hemos sido olvidados en la alfombra del mundo,
enverdecemos a destiempo y aún así estoy cansada,
y María se va dejándome sin voz para cantar viejos ritmos,
olores a barrios antiguos han desaparecido,
igual que tu nombre que se ató al mio
igual que tu imagen tan callada en el ruido.
Deseo encontrarte hace largo tiempo
más ahora un amor ya no revive,
un adiós en el vacío,
un pasado se ha quedado,
un paseo se ha cansado del camino que no era,
unos pies han errado la vuelta de regreso,
las cosas, las palabras en la garganta no encontrarán salida,
sin descanso me he quedado.
Me oprimen estos pies andados, este calzado usado, esta ropa tan ajena.
Me oprime tu sombra pesada en mi espalda,
un abrazo arrancado me sofoca.
Saudades de miradas aisladas, cariños hablados, palabras sinceras, ritmos ocupados, certezas blancas, azules diurnos, días sonoros, colibríes extraños, promesas de albas, vientos azules, infancias completas.
Guárdame en esa calabaza tuya, dame agua que tengo sed, moja mis labios partidos, respira conmigo.
Hace tanto que no duermo, que la voz no funciona, que tengo miedo.
Descansa a mi lado, busco sosiego, no lo tengo.
Hace tanto que no escribo, que no canto, que no sueño, que no veo a la distancia.
Pero un día un color basta, un azul se presiente,
es tu azul pegado al vientre, es tu azul nombrado, es tu azul-compás, es tu sonrisa azul,
te vendo mi cuerpo azul nocturno, frutas y buenos días.

Te espero desde hace tiempo que la espera ya no duele,
subterránea es la angustia que se acumula.